¡Infancia: obra negra del ser humano de la que siempre tenemos algo que decir, lo que sea!

martes, 15 de diciembre de 2009

Elogio a Mafalda

Elogio a Mafalda

-Voy al mercado y vuelvo, No le abras la puerta a nadie, por más que llame, ¿Eh?

-¡Mamá!

-¿Y si es la felicidad?

“Mafalda”, Quino

Para leer gustosamente a Mafalda hay que haber estado inmerso en diferentes preguntas sobre la existencia del ser.

Ella nunca se enteraría que su verdadero padre, Quino –quien se enteró a los cuatro años que entró a la escuela que su verdadero nombre era Joaquín Salvador Lavado, pues toda su vida fue llamado Quino- , la parió bajo la idea de que fuese la imagen de un producto comercial, es más hasta yo me niego a creerlo, me gusta imaginar que nació de la misma idea que Atenea. Después de un dolor de cabeza Quino se desesperó y salió una chiquita, de grandes cachetes gritando ¡Paren el mundo me quiero bajar! y se conmemoró el acto mágico casi divino de su nacimiento.

Nació para el mundo el 29 septiembre 1964, fecha que debería ser festivo por lo menos Argentino, y aunque sea contemporánea a mi madre, la infante inquisitiva nunca creció, pero no me refiero a ello como el síndrome estúpido de Peter Pan; ella es más bien el nirvana de todo ser humano: se adquiere sabiduría pero se siguen conservando los años mozos.

Mafalda se nos entrega en el seno de una familia Porteña Argentina, su padre, su madre y en un principio sin su hermano Miguelito, acompañada de su pandilla de amigos que siempre harán en ella el acto mayéutico de parir ideas o cuestionamientos.

Ella es la hija que cualquier padre no hubiera podido o querido tener y de crecer la mujer que ningún esposo habría podido hacer feliz, no porque haya sido una niña difícil sino porque siempre se nos hace difícil acostumbrarnos a lo genial, los genios siempre han sido incomprendidos, Einstein podría decirnos qué es ser despedido de varias escuelas.

Mafalda es, porque aunque haya dejado de ser dibujada y sea sólo un dibujo se siente como una entidad viva entre quienes la aman-, una niña inteligente, pues posee como juguete favorito un globo terráqueo ¡ Muerte a las infames barbies y a las ollitas a las que muchas mujeres nos tuvimos que enfrentar! Porque ella tenía buen gusto por eso gustaba de “The Beatles” y no gustaba de la sopa porque su finura no la dejaba conformarse con agua hirviendo llena de vegetales.

Todo el mundo sabe que los Argentinos son ególatras por naturaleza, compartir patria con una infante tan fenomenal debe hacer sentir orgullo a cualquiera, claro deben sentirse más orgullosos de ella que del mismo “Ché”, o por lo menos eso quiero creer.

Aquel que lea los pensamientos de la chiquilla y no se encuentre en ellos ni la menor gracia, dejará mucho que pensar sobre su inteligencia y sobre su buen gusto, porque aunque ella no lo permitiría existe una necesidad intensa de imitarla, muchas de las chiquillas colegialas usan unos zapatos de uniforme iguales a los que ella siempre tenía.

No leemos a una Argentina sino a una ciudadana del mundo, preocupada por la guerra en Vietnam, por la independencia o “In the Pendencia” de los países, la democracia, el sueño de los chinos y la idea que mientras dormimos ellos trabajan, por la situación de la mujer, por el mundo capitalista al que cada día le entrega un padre y después de la jornada laboral le entrega otro.

Todo cuestionamiento ético y moral hecho por la infante está planteado de la forma más simple, lo que derroca la idea que sólo se puede hablar de cosas inteligentes en lenguajes complicados, pues debemos ser “Simples” como dice Libertad, la pequeña amiguita de Mafalda, hija de padres socialistas, sin embargo ella será un personaje a estudiar en otro elogio que bien merecido lo tiene.



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